Para el Defensor de la Tercera Edad, Eugenio Semino, «los jubilados se están muriendo por falta de prestaciones de salud y alimentos». Perderían 38 % de sus haberes entre diciembre y febrero.
«Los jubilados que tiene una red familiar estuvieron soportando los últimos meses gracias a las ayudas recibidas, pero esas redes se están debilitando porque ya a nadie le sobra», sostuvo Eugenio Semino.
El Defensor de la Tercera Edad agregó: «ya no se compran las dosis que se necesitan sino las que se pueden comprar. En lugar de dos dosis como indican los médicos, nuestro viejos toman apenas una, porque no les alcanza para la otra».
A la hora de evaluar cuántas son las personas que están en riesgos severos, arriesgó: «Hay que asistir ya mismo a los que los que no se pueden sostener. Creemos que son un millón de pasivos pero el Estado no tiene datos cruzados para poder identificarlos. Hay cada vez más casos de malnutrición porque este sector come lo que puede. Se arregla en comedores comunitarios. Sobreviven de cualquier manera».
El Defensor explicó que en cualquier pensión le piden a los abuelos por una pieza con baño unos 90 mil pesos por mes si se encuentran solos. En caso de no pagar, le envían a la calle todas sus pertenencias.
«Los subsidios a la vivienda tienen cifras ridículas, entre 15 y 20 mil pesos. Nunca vi lo que pasa en la actualidad»
Si se confirmaran guarismos de inflación de 25& para enero y 18% para febrero, a pesar de los bonos recibidos, los pasivos habrán cedido casi 38% de los magros salarios que percibían a fines de 2023.
«Existen cinco millones de jubilados que cobran una mínima que ronda en los 160 mil pesos y dependen de la dádiva porque no tienen fórmula de ajuste en medio de esta ola de aumento de precios. La vieja pirámide de ingresos para ellos se ha vuelto una gran llanura de miseria donde casi todos cobran lo mismo».
Por último, Semino pidió una solución drástica: «el Fondo de Garantía y Sustentabilidad casi nunca fue utilizado para sus verdaderos dueños, para los que aportaron. En el único lugar donde no se lo van a afanar es en los propios bolsillo de los jubilados. Hay que darles ya mismo ese dinero. ¿Vamos a esperar, que se mueran?«.
